Recientemente se culminó la restauración de la Iglesia de San José en San Juan. La firma del arquitecto Jorge Rigau estuvo a cargo de este proyecto cuya importancia es relevante, ya que se trata de la segunda iglesia más antigua de las Américas. Este arquitecto posee una larga trayectoria como historiador, creador, educador y restaurador. Ha participado en proyectos reconocidos nacional e internacionalmente y ha presentado seminarios y conferencias alrededor del mundo. Por su conocimiento amplio de la historia y la arquitectura fue la persona seleccionada para coordinar esta restauración.
El proyecto duró ocho años luego de invertir varios años en investigaciones previas que produjeron la información que serviría de base para la fase de diseño. Es un proyecto donde ha trabajado mucha gente: arquitectos, universidades, arqueólogos, laboratorios de conservación, etc. El arquitecto Jorge Rigau manifiesta que “este proyecto ha significado para la mayoría de la población un enfrentamiento con las posibilidades de la restauración hoy día y las capacidades de comunicar que tiene la restauración”. Este edificio, más que un edificio histórico está firmemente establecido en la cultura puertorriqueña y caribeña por su significado social.
Este tipo de proyecto tomaba mucho tiempo hacerlo porque dependía de las donaciones, tiempo y voluntad de las personas que podían auspiciarlo. Originalmente, los descendientes de Juan Ponce de León donaron terreno y dinero para hacer esta iglesia para los frailes dominicos y José Campeche dona sus obras para la iglesia. Otros colaboradores como el gobernador Montesinos, Fray Bartolomé de Las Casas y los dominicos fueron personas pro-activas socialmente, en defensa de un cambio en las condiciones de vida y derechos de los indígenas y de personas abusadas por el sistema social de su tiempo. Así que entiendo que esta iglesia cobra un significado social determinante en la comunidad. Además, el emperador Carlos V y hasta el Papa Sixto V respaldaron la construcción de la iglesia.
Originalmente la construcción fue muy ambiciosa. La iglesia es muy grande y con una cúpula alta. Tiene tal escala que la torre de la Universidad de Puerto Rico cabe acostada dentro de ella. Al restaurar notaron que había una grieta en el área del presbiterio (donde está la mesa del altar). Además, tuvieron que desvestir la iglesia del empañetado de cemento. El Patronato de Monumentos de San Juan fue quien se dio a la tarea del rescate de la iglesia y se encargó del contrato para remover el empañetado y poner la cal original que crea una mejor interacción con los muros de mampostería. Entonces llegó el momento de decidir, entre todas las alternativas investigadas y el análisis profesional, cuál era el rumbo a tomar en el diseño. Tomaron en cuenta la opinión de historiadores famosos que intervinieron con sus opiniones constantemente como Don Ricardo Alegría, quien presenta cómo la iglesia se debe ver porque no hay planos de la iglesia ni un dibujo original de ella.
Tuvieron que buscar documentos históricos que le añadieran valor, escala y significado a San José. Esto incluía los emblemas y escudos que se utilizarían que representaran a todas las órdenes que pasaron por allí. También descubrieron colores y trazados originales de decoraciones escondidas bajo el empañetado. La obra inicial de los jesuitas tiene en su visión de que a través del arte se llega a Dios. Así que adornan, decoran y celebran el espacio con mucha calidad de detalle. Los jesuitas optaron por ponerle un piso de mármol a la iglesia y basados en documentos la restauración también lo incluyó haciendo un camino que lleva a la luz. La iluminación se modernizó reinterpretando el tema. De los jesuitas se traen los vitrales, que se montan otra vez y se hacen ventanas que permitan un mejor cuido de ellos. De la orden de los Padres Paules, se toma el mensaje de que lleven a los pobres las buenas nuevas. Grabados antiguos y otros documentos de los años 1930’s ayudaron en el desarrollo de este proyecto. Hicieron una documentación precisa de lo que iban encontrando, usando el edificio como una especie de documento. Cada una de las áreas fue pensada como iglesia, pero también como legado cultural. Hasta el altar contiene los tres pilares de la fe representados con los materiales que la simbolizan. Tuvieron cuidado de reubicar aquellos elementos que eran puramente de museo y trastocaban el significado de iglesia. También añadieron elementos contemporáneos un poco más minimalistas. Finalmente, todavía analizan la mejor manera de proteger esta iglesia. Creo que la restauración de este edificio y el cuidado de todos estos detalles permite y aporta a que San Juan tenga un legado histórico y cultural muy rico para futuras generaciones.
Commentaires